jueves, 7 de agosto de 2014

Los cuatro significados de "escuchar"

Estos últimos días he sido desafiado a escuchar el tema de la escucha. He hecho varias clases en el curso de coaching ontológico que hacemos con Marco Ortiz y justo me correspondió presentar este tema. Estoy realizando un curso de liderazgo y coaching en una institución y seleccioné este tema dada la importancia que creo tiene para las jefaturas y ayer, sin ir más lejos, se me acercó una persona y me dice algo así como “¿has leído a Echeverría? Porque yo lo estoy leyendo y estoy dedicado a trabajar mi escucha”….

El sentirse escuchado es una condición importante en cualquier relación, sobre todo en aquellas en las que queremos construir un vínculo de cercanía, de amistad, de proveedor – cliente, de pareja, etc. Conozco personas que son muy hábiles en esta competencia, rápidamente adoptan una posición, una actitud receptiva, de apertura a lo que la otra persona les cuenta. Por otro lado, conozco muchos a quienes adoptar esta actitud les resulta difícil y cuando interactúo con ellas entro en una conversación interna en la cual me dijo, “¿me estará escuchando?”, “¿le resultará significativo lo que le digo?”.

Me acuerdo que ya Carl Rogers hablaba de la importancia del sentirse escuchado como uno de los elementos fundamentales de la terapia exitosa. Creo que Rogers se quedó corto, pues sentirse escuchado no sólo es importante en la terapia, también lo es en la pareja, en el trabajo, en los negocios y en la vida en general.

En relación a estas reflexiones creo que existen cuatro conceptos distintos del escuchar, que es bueno precisarlos para saber de qué estamos hablando cuando hablamos del tema. Echeverría hace un fuerte hincapié en uno de ellos, aun cuando habla también de los otros. Considero que esta reflexión ayuda a distinguir las “escuchas”.

El primer concepto de escucha tiene que ver con la apertura, la receptividad. Escuchar es adoptar una actitud de dejarse afectar por lo que el otro nos dice. Este concepto de escucha implica aceptar la posibilidad que lo que la otra persona me indica genere cambios en mí. Desde esta perspectiva un “buen escuchador” es alguien que se pone en una posición de apertura, disponible.

En el enfoque que acabo de indicar “no hay nada más peligroso que una buena conversación” ya que si entro a cualquier conversación con esta actitud, siempre cabe la posibilidad de mirar las cosas de otro modo, de cambiar mi perspectiva de las cosas.

La segunda acepción de escucha es la “escucha activa o empática”. Esta escucha ha sido descrita exhaustivamente por mucha gente, donde lo que se enfatiza es la actitud corporal, del lenguaje no verbal que muestra interés por lo que el otro dice. Me acuerdo de la técnica del acompañamiento de la PNL, en que acoplamos nuestra corporalidad y respiración a lo que el otro nos va diciendo, provocando casi sin conciencia, la sensación de sentirnos escuchados.

Creo que en este concepto de escucha cabe mucho la posibilidad del entrenamiento y la capacitación. A diferencia del primer concepto que es mucho más actitudinal, en este caso, si tengo la voluntad, puedo aprender y con eso mejorar fuertemente mi escucha, permitiendo que mi interlocutor se sienta comprendido.

Creo que cuando alguien no tiene escucha empática, la experiencia del interlocutor es de no sentirse escuchado. Considero que respecto de esta escucha caben las preguntas ¿si me he sentido escuchado?  Y por otro lado, ¿si soy un buen escuchador?

En tercer lugar y aquí Echeverría es el autor que nos inspira, está la “escucha interpretativa”. A medida que oímos al otro vamos construyendo una historia, vamos haciendo juicios sobre un sinfín de elementos: sus intenciones, sus dolores, sus preocupaciones, sus posibilidades, sus imposibilidades, sobre en definitiva su alma. Desde esta perspectiva ser un “buen escuchador” es ser hábil en imaginar – construir – elaborar historias a partir de lo que nos dicen (o no nos dicen) para abrir posibilidades.  Aquí el coaching es el arte de escuchar para proponer nuevas escuchas que a la otra persona le hagan sentido.

Es interesante la escucha interpretativa, pues desde esa perspectiva, parafraseando a Watzlawick y sus axiomas “es imposible no escuchar” ya que siempre querámoslo o no interpretamos, juzgamos, construimos historias de lo que el otro nos dice o no nos dice. En este sentido cuando decimos respecto de la escucha interpretativa si he escuchado o no, no cabe la alternativa de no escuchar, interpretar es algo que nos acaece.

La pregunta siempre es si estas historias nos abren o le abren al interlocutor posibilidades y cabe la alternativa que la interpretación sea poco adecuada.

Por eso creo que la acepción de “escucha efectiva” es muy pertinente a este dilema. Cuando aludimos a esta acepción estamos hablando si el “hablador” juzga que escuchamos lo que quería decir a nivel de sus palabras, sus intenciones, sus sentimientos u otro aspecto y por otro lado si la escucha permite coordinar efectivamente la acción. Creo que aquí es donde la escucha tiene que ver con técnicas como el verificar, parafrasear, etc.


Me gusta pensar que se puede aprender a escuchar mejor, a adoptar una actitud de mayor apertura, a mostrar escucha empática, a realizar interpretaciones que le hagan sentido al interlocutor y ser más efectivo en la escucha. Creo que este es un tremendo espacio de oportunidades.

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